La realidad de los músicos callejeros en Barcelona y la política de “higiene social” del Ayuntamiento. Urbanos secuestrando guitarras, multas salvajes, “alarma social inducida”, la calle como espacio de tránsito y gestión privada. Y, ganándose el pan, artistas que se niegan a ser otra cosa, sobreviviendo en “la botiga més gran del món”.
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